El cielo no está afuera, ni en el paraíso.
¿Quién no ha experimentado el cielo y el infierno en la vida misma? Esos son los estado de vivir encarnados. Lo malo o lo bueno no está fuera de nosotros, vive en nosotros.
Cuando reconocemos el cielo que habita en nuestro ser, nos abrimos a manifestarlo y vivirlo en conciencia, en esta vida, ahora, y no esperar de una “resolución final” o suma y resta de acciones positivas que hicimos durante nuestra vida.
Acumula buenas experiencias, buenas amistades, buenas relaciones, aprendizajes. Esto es lo que trasciende. No lo material.
Estemos a la altura del jardín que nos es dado. El cielo en la Tierra.
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