La meditación es una práctica de oriente, conocida y practicada desde hace ya miles de años. Utilizada principalmente para alcanzar la iluminación (Budismo).
En la actualidad, en occidente, se realiza cada vez de manera más masiva y frecuente, ya que a su vez, se han reconocidos beneficios científicos de su práctica.
La meditación nos impulsa a bajar el ruido mental de nuestra mente acelerada, de andar muchas veces en piloto automático, sin reconocer siquiera que nuestra mente está actuando de manera mecánica y reactiva.
Con la meditación conectamos con nuestra sabiduría interior, con la paz del momento presente. Somos conscientes de que no solo somos nuestros pensamientos, ideas, tampoco nuestros miedos, ni creencias. Conectamos con algo mucho más grande y profundo que trasciende por sobre todo lo terreno.
Es la herramienta troncal de la práctica espiritual. Como dice uno de mis maestros, "es la acción de estar en silencio de manera contínua", y esto se relaciona con callar el ruido mental del pasado o visualizaciones futuras.
La práctica espiritual no es sólo sentarse a meditar. La espiritualidad es estar y vivir en presencia constante. Es comer, hablar, respirar, caminar, cocinar, todo en presencia.
Es estar realmente en el aquí y ahora, abandonando mentalmente lo que ya pasó o lo que está por ocurrir.
Es un verdadero regalo que de manera disciplinada al practicarla, podemos obtener un mayor estado de paz en nuestro día a día, claridad y sentido de unión con todo lo que nos rodea.
Como nos enseñó el Budismo:
"No se adelanta el futuro, no se resiente el pasado, te relajas en el presente".
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