Resiliencia es aquella cualidad que tenemos los seres humanos de sobreponernos a las adversidades de la vida y transformar el dolor en fuerza motora para seguir adelante y salir fortalecidos.
Siempre que nos vemos enfrentados a un dolor importante o algún abandono de expectativas o del plan de vida que teníamos idealizado, vivimos un duelo.
Muchas veces no lo reconocemos como tal, pero hay una parte en nuestro interior que se rompe y nos recuerda la expectativa versus la realidad.
Y es esa resiliencia la que nos moviliza a sobreponernos por opción u obligación, donde conocemos o re conocemos fortalezas que desconocíamos y que nos ayudarán en
todos los procesos de la vida que se nos vayan presentando.
La resiliencia nos empuja a ser directores de nuestras vivencias más que meros espectadores de los acontecimientos que nos pasan. Nos conecta con la gratitud del aprendizaje y el camino recorrido.
La vida no es fácil, la vida es sabia, y nos pondrá en todas las situaciones necesarias para nuestro profundo aprendizaje, pero con la experiencia de lo vivido.
En esta mirada la aceptación es una compañera importante, ya que nos recuerda que no somos dueños ni tenemos el control de todo lo que nos pasa, sin embargo, nos muestra que podemos elegir como vivirlo y re organizar las formas a partir de la realidad existente, en aquello donde si podemos construir.
La aceptación es un “hacer las paces con la vida” independiente del contexto, ya que si todo tiene que estar bien para ser felices, entonces seremos esclavos de las circunstancias.
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