La sanación está muy romantizada. Pareciera que deberían salir chispas o halos de luz mientras atravesamos un proceso de sanación.
Lamentablemente, esto no es así.
Sanar es agotador, requiere trabajo y perseverancia, no tiene nada de glamoroso ni es un proceso rápido.
Sanar es abrir las puertas de lo que tenemos tapado, de lo que no queremos ver. Sanar es ver la herida, para reconocer los recursos a usar para atravesarla.
La sanación es ardua, profunda y a la vez fluctuante, no tiene un camino recto, puedes volver a empezar mil veces y retroceder igualmente en el tiempo, sin embargo una vez iniciado el recorrido, nunca se vuelve a empezar del mismo lugar.
Animarse es un gran acto de coraje, creatividad, íntimo y profundo.
Por lo tanto vamos a tomarnos en serio cuando nos enfrentemos a este proceso y a la vez felicitarnos y valorarnos por haber decido emprender este viaje de autoconocimiento.
Sanar es poderoso, te ayudas y ayudas de paso a quienes te rodean.
Sanar es evolutivo, sabio y necesario.
Comments