¿Cuántas veces nos ha pasado que no vemos realmente las cosas buenas que nos rodean, porque no responden a las expectativas que teníamos de ellas o de ese momento?
Lo mismo aplica a este período de confinamiento. Nos ha tocado duro, a unos más que a otros. A todos de diferentes formas, pero me imagino muchos de los sentimientos y emociones se comparten y como telón de fondo, algún momento o algo bueno que podemos rescatar también.
Mi invitación y aprendizaje es soltar la idea de que pudo haber sido diferente y con ello liberarnos de la perfección y el ideal, para darle espacio a lo real y poder construir y disfrutar desde ahí.
Es una elección que requiere coraje y voluntad.
Coraje, para reconocer nuestra individualidad y que por más diferente que ésta sea, no es mejor o peor que la de quien tenemos al lado, simplemente es la propia y ya tiene su valor por el hecho de ser y que no hay necesidad de competir ni sobresalir, más bien vivirla en autenticidad sin juicios ni comparaciones.
Voluntad, para mantenernos firmes a las circunstancias o imprevistos de la vida, reconociendo la singularidad y temporalidad en cada uno, con la perspectiva de la enseñanza que puede entregarnos.
En todo propósito hay partes que nos gustan y otras que no y solo logramos sanar aquello que aceptamos.
Al dejar de buscar afuera aquello que nos completará para ser felices, nos abrirá los ojos a lo que tenemos a mano para serlo. Y que en lugar de buscar la felicidad, podemos descubrirla a nuestro alrededor, para así vivirla en lugar de esperarla.
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